Relieve que representa el Bautismo de Cristo por su primo San Juan en el río Jordán. Este último aparece a la derecha de la composición, semiarrodillado en una roca, vistiendo su atuendo tradicional, cubierto por pieles de camello y un manto rojo. Con la mano izquierda porta un báculo, rematado en cruz, del que pende una filacteria con una inscripción alusiva a Cristo como Cordero de Dios. En la mano contraria, sostiene la concha con la vierte el agua sobre la cabeza de Cristo. El Señor, arrodillado y con los brazos cruzados frente al pecho, se encuentra semidesnudo, cubriéndose parcialmente con un manto rojizo. Tras él, dos ángeles mancebos, vestidos con atuendos ricamente estofados, asisten a la escena. En lo alto de la tabla, rematada en medio punto, irrumpe la paloma del Espíritu Santo, rodeada por querubines. Un paisaje respalda a las figuras. Estilísticamente, es una obra representativa de la plenitud creativa de Montañés. Las figuras muestran la belleza clásica y contención expresiva características del maestro. Destaca especialmente en esta obra el tratamiento anatómico del cuerpo de Cristo. En cuanto a sus composiciones e iconografías, los relieves de este retablo tienen como antecedentes los que tallara Montañés para el retablo de San Juan Bautista que se conserva en la Catedral de Lima, Perú (1607).