Pintura que representa al santo según su iconografía tradicional, como un joven imberbe, vestido con túnica verde y manto rojo. Se encuentra sentado, en actitud de escribir en su Evangelio con una pluma que porta en la mano derecha. Tras él, a la izquierda de la composición, asoma el águila que le simboliza. Le respalda un fondo paisajístico, que debe responder a la isla de Patmos, a la que se retiró el Evangelista para redactar sus escritos. Su figura ocupa prácticamente la totalidad del lienzo, buscando el pintor su visualización clara por parte de los fieles, al situarse esta pintura a gran altura en el retablo. En el contrato inicial de las pinturas de este retablo, se exigió que, en los laterales de su ático, figurasen San Pedro y San Pablo. No obstante, se modificaría posteriormente esta decisión, debiéndose encargar a Roelas la representación de los dos Santos Juanes. Las iconografías ideadas en primer lugar, quedarían reservadas para las dos esculturas que se disponen en los extremos del ático. Este cambio iconográfico pudo deberse al deseo de Don Juan de la Sal, obispo de Bona y promotor en este encargo, de ver representados en el retablo a sus santos patronos. En esta figuración conjunta hubo de pesar, también, el intenso culto a ambos santos en Sevilla desde el siglo XVI, como ponen de relieve las numerosas composiciones poéticas, sermones y la propia representación de ambos santos en numerosos retablos. Su vinculación se fundamenta en la estrecha relación que ambos mantuvieron con Cristo, protagonista del retablo; el Bautista como su Precursor y el Evangelista como testigo y difusor de su mensaje. Por otra parte, a través de ellos, la Compañía de Jesús reivindicaba dos de sus pilares fundamentales, la predicación y la evangelización. La disposición conjunta de los Santos Juanes en el ático de retablos mayores levantados por el Arzobispado hispalense tras éste fue frecuente; así lo demuestran los retablos de las parroquias de Lebrija, Los Palacios y Espera, con pinturas debidas a Pablo Legot. Los dos Santos Juanes de este retablo fueron atribuidos a Alonso Cano, Herrera el Viejo y Pablo Legot, siendo correctamente vinculados a Roelas por Valdivieso-Serrera. Por la fisonomía popular del personaje, su expresividad ensimismada, así como por su técnica pictórica, a base de manchas de color restregadas, se relaciona claramente con la producción de Juan de Roelas.