Escultura de candelero de San Ignacio de Loyola, concebida para ser vestida con ricos ropajes sacerdotales en grandes celebraciones religiosas. De ordinario, va vestido con una sencilla sotana negra de telas encoladas, que data del siglo XIX. Tan sólo se encuentran talladas cabeza y manos. Fue realizada en 1610 por Martínez Montañés con motivo de la beatificación del santo fundador de la Compañía de Jesús. Aparece representado de pie, dirigiendo su mirada a la cruz que sostiene con su mano derecha, que sustituye a una custodia-ostensorio original. El rostro, tratado de modo realista y dotado de una profunda unción sagrada, se acerca a la vera effigies" de San Ignacio difundida por los jesuitas. Se sabe que esta imagen fue realizada por Martínez Montañés en 1610, con motivo de la beatificación de San Ignacio de Loyola gracias al interesante testimonio aportado por el pintor Francisco Pacheco en su "Arte de la Pintura": "Pero a pesar de la envidia la cabeza y y manos del que está vestido en su altar de la Casa Profesa que hizo de escultura Juan Martínez Montañés (pintado de mi mano) estoy persuadido que se aventaja a cuantas imágenes se han hecho de este glorioso santo porque parece verdaderamente vivo: hízolo el año de 1610". Esta efigie presidió un retablo barroco que estuvo ubicado en el lado del Evangelio del crucero, levantado a expensas del hermano Bartolomé de Morales. Fue estrenado con grandes fiestas en 1694. Fue destruido en el siglo XIX, durante la reforma emprendida por el deán López Cepero bajo ideales neoclásicos."