Pintura que representa un interior con la Virgen y San José ante un sacerdote judío y rodeados por varios personajes. Se trata de la escena de los Desposorios de la Virgen, cuya iconografía deriva de los relatos contenidos en los Evangelios Apócrifos y en La Leyenda Áurea de Jacobo de la Vorágine. En el centro de la composición, María y José unen sus manos, siendo bendecidos por el sacerdote ante un grupo de familiares. San José lleva la vara florida, recuerdo del milagro que le convirtió en el elegido entre los descendientes solteros de David que fueron convocados por el sumo sacerdote que quería desposar a María. La escena transcurre en el interior del templo de Jerusalén. Se ha advertido que el autor de esta obra, para la disposición y la indumentaria de la Virgen, se inspiró en la figura de Dios Padre de un grabado de Cornelis Cort (La creación de Eva, sobre composición de Zuccaro). Esta pintura, al igual de las restantes del retablo de igual mano y cronología, muestra una clara influencia del manierismo nórdico, apreciable en aspectos como su dibujo seco, los rostros de las figuras o el tratamiento de sus ropajes. Aunque ha sido vinculada por algunos investigadores a Francisco Pacheco, se considera actualmente obra anónima, próxima al estilo de Vasco Pereira.