Representación de San Sebastián según su iconografía habitual, tras haber sido asaeteado por los soldados romanos. Aparece como un joven imberbe, semidesnudo, cubierto sólamente por un paño de pureza. Se encuentra atado por las muñecas al tronco de un árbol, mostrando dos flechas clavadas en su cuerpo, una en el costado y otra en el brazo derecho. Es interesante el tratamiento de su hermoso cuerpo desnudo, captado en contraposto. Eleva el rostro, algo rígido e inexpresivo, a las alturas. Es una imagen dotada de la elegancia y la afectación propias de la escultura manierista sevillana. Por sus características estilísticas, ha sido puesta en relación con la producción de Juan Bautista Vázquez el Viejo y su círculo.