A la izquierda de la composición, San José y la Virgen María, quien lleva al Niño Jesús en brazos, desnudo y sobre un paño blanco, se dirigen para circuncidar al pequeño. En el centro, tras una mesa cubierta con un paño rojo, se dispone, en actitud orante, el sacerdote que oficiará el rito, acompañado por dos ayudantes. A la derecha, una anciana, arrodillada, asiste a la escena, junto a una niña que porta sobre su cabeza un cesto con dos palomas. El tema de la Circuncisión fue especialmente querido por los religiosos jesuitas por responder al momento en que se impuso a Cristo el nombre de Jesús, emblema de la propia Compañía. Por ello, no es de extrañar su presencia en este conjunto de un templo jesuita. Además, la participación de la Virgen en este episodio también explica su presencia en un retablo consagrado a Ella. Compositivamente, parece derivar de un grabado. Estilísticamente, es una obra representativa del manierismo dominante en la pintura sevillana de la época. Sus figuras, serias e inexpresivas, son recreadas con un dibujo seco que perfila unos ropajes tratados de forma rígida.