Representación de San Estanislao de Kostka según su iconografía tradicional, como un joven imberbe, vestido con la sotana negra jesuita. Aparece arodillado, a la derecha de la composición, llevando en sus brazos al Niño Jesús, ante la mirada de la Virgen María, quien se le he aparecido envuelta en un rompimiento de gloria, y es representada a la izquierda de la escena. Las figuras se relacionan entre sí a través de gestos y miradas, así como mediante la diagonal compositiva que las vincula. Este episodio milagroso, el más conocido y representado de la vida de este santo, transcurre en un interior, del que se percibe un rojo cortinaje a la derecha de la composición. Al fondo, se abre un paisaje en el que se aprecia una construcción arquitectónica. Esta pintura copia, de forma literal, un grabado italiano del siglo XVII. No reproduce el grupo de pequeños ángeles que, en la estampa, se sitúa en el ángulo inferior izquierdo de la composición. El autor de la pintura ha prescindido, también, de los abundantes angelillos que acompañan a la Virgen María en el grabado. Se trata de una obra de discreta factura y escasa expresivad, representativa de la pintura devocional sevillana del siglo XVIII.