Lápida rectangular de gran sencillez. Realizada en mármol blanco, la inscripción identificativa del difunto se desarrolla en dos líneas: en la superior, su nombre (en letras capitales); en la inferior, precedida por una cruz, la fecha de su deceso. Se trata de la lápida funeraria del célebre utrerano D. Rodrigo Caro (1573-1647). Historiador, poeta, abogado eclesiástico, epigrafista, arqueólogo... fue autor, entre otras obras, de Antigüedades y principado de la ilustrísima ciudad de Sevilla y corografía de su convento jurídico" (1634). Amigo de intelectuales de la talla de Lope de Vega, Quevedo, Arguijo o Rioja, Francisco Pacheco plasmó su efigie en su "Libro de verdaderos retratos de iluestres y memorables varones". Enterrado originariamente en la desaparecida parroquia sevillana de San Miguel, los restos de Rodrigo Caro se trasladaron en 1868.