La Virgen y el Niño aparecen sobre un fondo de nubes, que manifiesta la sacralidad de la representación. María lleva manto azul y túnica roja, con tocado blanco ajustado a su cabeza y halo de estrellas y rayos. Mira cariñosamente al Niño, al que sostiene en su regazo. Jesús, con el pelo rizado y desnudo, mira sonriente, señalando con una mano hacia el espectador.
Es copia anónima de un cuadro de Bocanegra que se encuentra en el Convento del Ángel Custodio, pero a diferencia de aquél, no lleva ángeles en la representación, muy deudora de los tipos canescos. No es parte originaria del retablo en el que se halla; procede del Museo de Bellas Artes de Granada.